miércoles, 27 de mayo de 2020

Capítulo 08- Canciones son canciones- Miguel Dorelo


Luego de un período bastante inusual de falta de comunicación, volví a mis habituales intercambios con Gregoria. El retorno tuvo sus bemoles, claro.



— ¿Dónde te habías metido, se puede saber? —Le dije apenas noté que había vuelto y antes de que dijese una palabra. Grueso error de mi parte.
— ¿Te estás refiriendo a mí, pedazo de nabo? —Fue su contundente respuesta. Esas son las cosas de ella que me hacen dudar sobre el nombre de este espacio. A veces pienso que debería haberle puesto “Gregoria, mi musa mal llevada” en lugar de “mi musa insoportable”.
—Me disculpo. Estuve mal. Pero es porque te extraño. —Arrugué de forma poco decorosa.
—Dale. Y no me “metí” en ningún lado; estaba ocupada con mis cosas.
—Las cosas de las musas, claro. ¿Detalles?
— ¿Te dice algo la palabra “privacidad”? ¡Son cosas mías, zopenco!
—No te enojes, gallega. O española, ya te dije que nosotros les decimos gallegos a todos los españoles.
— ¡Y yo ya te dije que no soy ni gallega ni española, pelotudo! ¿Así les dicen ustedes a los gilipollas, no?
— ¡Otra vez! Me estás cargando. Gilipollas es una palabra que usan los españoles. Y zopenco también.
—Soy una musa literaria. Li-te-ra-ria, manejo un vocabulario muy amplio. Me parece que me debería haber tomado un tiempo más largo de ausencia…
—No te enojes. Hagamos las paces. 
—Está bien. ¿Seguimos con lo de ejemplificar en forma de relato las formas de inspiración? Hoy no tengo ganas de que me preguntes cosas sobre nosotras.
—Y bueno…Otra de las formas que suelo usar…
—Solemos usar…Si me a vas a dejar afuera de los créditos como solés hacer, me voy.
—Perdón. Una de las formas de inspiración que solemos usar es la de inspirarse en las letras de canciones que nos gustan. En este caso, escribí...Escribimos, quise decir, una serie sobre la canción de tu compatriota, Joan Manuel Serr…
— ¡Me cansaste! ¡Me voy a la mierda! Compatriota las pelotas.
—Fue un chiste, fue un chiste. Te juro que no lo vuelvo a hacer.
—Es tu última oportunidad.
—Me voy a portar bien. Escribimos una serie basada en la letra de “Penélope” de Joan Manuel Serrat.
—Ya sé. Fui parte.
—Es que me estoy dirigiendo a los lectores, Grego. ¿Te puedo decir “Grego”?
—No. Seguí con lo tuyo.
— En concreto: fueron dos relatos y a continuación copiaré ambos para ejemplificar variantes. El primero más melancólico, serio o triste, como quieran denominarlo. Y el segundo un poco más “humorístico” y algo escéptico sobre el amor. Yo creo que a los lectores les encantará y los pondré en situación de inclinarse por uno o el otro.
—Dale. Pero no te hagas ilusiones: los humanos están en estos momentos con serios problemas como para andar jugando tus jueguitos.

El andén, los hombres y Penélope- Miguel Dorelo…Y Gregoria Benavidez, perdón.


Ella, como todos los días desde hace ya varios años, espera sentada en el banco ubicado en mitad del andén de aquella estación ferroviaria.
Ella, como en todas sus jornadas de no hace tanto tiempo, menea su abanico hasta que ve aparecer a su amado caminando hasta donde se encuentra, luminosas de repente su mirada y su sonrisa. Recoge su bolso de piel marrón y ambos, juntos, el caminante y ella, emprenden el camino que los llevará a la casa, el cuarto y la cama que propiciará el tan ansiado re-encuentro.
Ella, sabe lo que ellos quizás piensan que no sabe… O quizás si; que en realidad desde hace  no sabe bien cuanto tiempo a uno de ellos se le ocurrió aprovechar la ocasión de sexo gratis con una mujer aún joven y hermosa aunque algo desquiciada.
Ella, en cierta forma, ya no espera.
—Sola, nunca más —susurra muy bajito.
 Él, en absolutamente todos ellos, por fin ha regresado.


Y un buen día, su mente hizo un clic.- Miguel Dorelo…Y mi musa, desde ya.

— ¡Coño! ¡Que es una idea genial! —exclamó esa mañana que la encontraba, como tantas otras veces, sentada en medio de aquella estación de trenes de los suburbios barcelonenses esperando un improbable regreso de aquél que seguramente no la merecía. Se levantó presurosa, recogió su bolso, algo ajado y de piel marrón, el abanico que siempre la acompañaba  y esa misma mañana, presurosa se dirigió hasta las oficinas del periódico principal de la ciudad.
A la mañana siguiente, muy temprano, el aviso publicado comenzaba a cumplir su cometido: desde el fondo del andén, el primer caminante volvía. Se acomodó su vestido de domingo recién comprado, dar una buena primera impresión era fundamental, intercambiaron un par de palabras, las suficientes y necesarias; luego partieron juntos sin decir más nada.

Fue el primero de una larga y provechosa lista. Al final de cada jornada, Penélope regresa a su recientemente adquirida morada de dos plantas en barrio Barceloneta, con un amplio jardín en que se destacan dos bellos y enormes sauces. En menos de seis meses su clientela se ha incrementado exponencialmente así como su tarifa. Es que nadie puede resistirse a a formar parte de esta hermosa historia de amor por el módico precio de 300 euros, incluidos vestuarios adecuados para ambos, auténtico banco de pino verde y grabación estereofónica del pitido de tren silbando a lo lejos.
—Eso sí, con los zapatitos de tacón puestos son 50 euros extras —suele aclararles a sus pretendidos amores regresados.

jueves, 7 de mayo de 2020

Capítulo 07-Nuestro encuentro con Dios-Miguel Dorelo


Como andan diciendo por ahí los acreedores compulsivos, lo prometido es deuda. Así que junto a Gegoria encaramos el tema de hoy: será “ejemplos prácticos y ejemplificados de cómo funciona la “inspiración”.

—Ando apurada, así que vayamos lo antes posible al desarrollo del tema. —irrumpió en mi mañana la insoportable.
—Epa, epa, epa; al menos un “buenos días”, estimadísima musa. —Le contesté con mi habitual tono conciliatorio.
—Buenas. Ya leí el título y la bajada. Por cierto ¿No es que sos ateo?
—Ya me lo preguntaste y te vuelvo a responder: esto es ficción y acá puedo ser lo que se me cante. Además, en el relato de mi encuentro con dios lo aclaro.
—Lo que se nos cante; acá soy parte del todo. Concretemos. Y Dios va con mayúsculas.
—Es mi rebeldía atea: siempre lo escribo con minúsculas.
—Mirálo vos, cuanto coraje, cuanta rebeldía…No seas patético y  comencemos.
—Está bien. Empiezo con la parte real que inspiró la idea del cuento. Solía pasar por un puesto en la ruta que atendía un señor. Esto pasó durante varios días sin que eso significase nada en especial, hasta que un día se me ocurrió: ¿Y si este buen hombre es dios?
—No se te ocurrió, nabo; te lo inspiré.
—Acepto, me lo inspiraste. La idea que me inspiraste ¿Está bien así?, me rondó durante todo el día, mezclándose con mi ateísmo y mis inquietudes sociales. Tratando de amalgamarlas, comencé a escribir el relato. Y así fue surgiendo de mi mente.
—Una de cal y una de arena…No cambiás más, el ego te puede; “surgiendo de mi mente” decís. ¡NO! Estamos tratando de explicar desde hace un par de meses como es esto de la creación literaria y me salís con esa tontería. El relato es autoría de ambos, carajo.
—No te enojes. El relato es de autoría de ambos, es el primer ejemplo de cómo nace un relato. ¿Puedo publicarlo?
—Dale. Te dejo firmarlo, ya que aún no nos han dado el permiso para figurar en los créditos, pero el título debería ser: Sobre cruces y crisis- Gregoria Benavidez y Miguel Dorelo.
— ¿Quién tiene que dar el permiso?
—Otro día te cuento. Dale con el cuento. 

Sobre cruces y crisis- Miguel Dorelo

Hoy vi a dios.
No, no estoy hablando en sentido figurado. Hoy vi a dios en persona.
Antes que nada, me gustaría aclarar que soy ateo para que no se llamen a confusión ni saquen conclusiones apresuradas tipo “a este le dio un ataque de delirio místico” o similares: yo no creo en dios.
Pero mejor, les cuento.
Me lo crucé cuando volvía del laburo en bicicleta. Preciso lugar y hora como prueba de lo que digo: 14:02 hs., cruce de rutas nacional 188 y provincial 32.No tienen por qué saberlo así que les tiro data: esto es Pergamino, provincia de Buenos Aires, lugar donde vivo y, por lo que parece, también lo estaría haciendo dios. Lo de la hora precisa tiene su explicación en que suelo ir escuchando la radio del celu y recién acababa de terminar “Detrás de lo que vemos” en la AM 750 que finaliza a las 14 hs.
Lo reconocí al toque, aunque no tengo ni la más puta idea del cómo ni el por qué. ¿Nunca les pasó algo así con una persona que suponían no conocer? Bueno, eso fue lo que me pasó: supe que el tipo era dios. Muchos dicen que les pasó algo así con el amor de sus vidas, y si yo les creo, bien podrían hacerlo conmigo.
¿Qué hubieran hecho ustedes ante semejante encuentro? No lo sé. Lo que yo hice fue dejar de pedalear, bajarme de la bici, presentarme ante el chabón y empezar a chamuyar con él.
Me aclaró de entrada que en efecto él era dios, pero que no lo complicara con preguntas trascendentes (acá me hizo con las manos el gestito ese de las comillas que algunos suelen hacer) porque no tenía demasiadas respuestas y que la cosa estaba lo suficientemente jodida como para andar perdiendo el tiempo con boludeces. “Yo no puedo arreglar los quilombos humanos”, me recalcó.
Le contesté que como yo no creía en él, no tenía ningún tipo de problema en hablar de bueyes perdidos. Se ve que eso le gustó, porque enseguida me ofreció un trago de la botella de Manaos cola que tenía arriba de una mesa improvisada con tablones de dudosas procedencia y limpieza. Por suerte no hizo lo mismo con una especie de sánguche a medio comer depositado en un extremo de dicho “mueble” y que me pareció bastante non sancto.
Calculo que estuvimos charlando alrededor de dos horas, pero pueden haber sido dos segundos o un par de meses; el tipo es dios y es probable que haya manipulado el tiempo a su antojo.
No voy a darles detalles sobre lo que hablamos, ya que me dijo guiñándome un ojo: “que esto quede entre nosotros” y yo seguiré siendo ateo, pero no como vidrio.
Solo un pequeño detalle para darle más verosimilitud a los que acabo de contarles: dios vende carnada viva en el cruce de esas dos rutas y cuando le pregunté como venía la mano me respondió con un lacónico: “se va tirando, pero la semana que viene se incorpora  la María al puesto para  vender torta asada y creo que va a mejorar la cosa”.
No le compré nada porque yo no pesco, pero antes del saludo final, quedamos en que cuando se incorpore la dama al negocio, me reserve una bien calentita.
Un capo dios: no me pidió ningún tipo de seña…

jueves, 30 de abril de 2020

Capítulo 06- Sobre colaboraciones, colegas y otras yerbas-Miguel Dorelo


No voy a negar que la ansiedad fuera el rasgo distintivo de estos días. Luego del relato/carta de Ana Caliyuri para con Gregoria, no veía la hora de que ésta respondiera.
Demoró un poco, pero al fin se presentó.

—Hola. —Fue su escueta presentación. Noté un tonito medio raro en su voz. Bueno, en realidad no es una “voz”; tampoco algo parecido a eso que suelo describir en mis relatos, robado de otros escritos, claro. Lo de la “comunicación telepática”, digo. No sé como describir nuestros contactos, nuestros diálogos, pero es algo a mitad de camino entre la telepatía y lo oral.
—Como va— Fue mi respuesta pretendidamente “descontracturadora”.
—Bien. Acá ando.
—No muy entusiasmada con entablar una conversación…
—Sigo la línea de los acontecimientos…
— ¿Línea de los acontecimientos? No entiendo.
—Como todos los hombres; no entienden cuando no les conviene entender.
—Tenés un día feminista, parece.
— Y vos un día de pelotudez aguda. Yo leo el blog, además de ser el alma mater y principal realizadora del mismo.
— ¿Y? Fijáte que no te estoy discutiendo lo de “alma mater”, etc Sigo sin comprender.
—Sí que entendés Bien entendés. Estoy refiriéndome a lo de tu “invitada”. Ana creo que se llama.
—Ah, eso. Ahora la que se hace la tonta sos vos. No “creés” que se llame Ana, sabés que se llama Ana. Está hasta su biografía. Ya habíamos hablado de que debíamos invitar a otros y otras a sumarse a este proyecto. Ana, una gran escritora, fue la que se animó primero.
—Ajá. Lo admito. Está bien, pero…
— ¿Pero qué? ¿Te molesta que haya sido una mujer la que rompió el hielo? ¿No serán celos, no?
—Te estás superando en lo pelotudo. Yo no celo. Solo me hizo ruido un par de cositas.
— ¿Cómo cuáles?
—Me describe como una especie de dictadora, con un aparente apetito desaforado: pide que no te “fagocite”. Tampoco me hizo mucha gracia la mención a las griegas culo con rosca sobre las que ya cumpliré con lo de sacarles los trapitos al sol tal como te prometí. En fin, no niego que también me gustó lo de querer ser mi amiga. Lo de tomar mate no voy a dar señales si los tomo o no. Un poco de misterio siempre viene bien. En síntesis, creo que me tomó un poco de sorpresa su carta, pero creo que nos llevaremos bien. ¿Algún otro tema para hoy?
—Tenía pensada una nueva modalidad para dar un servicio extra a los lectores/as: mientras charlamos sobre tu mundo, el de las escritoras y escritores y, por qué no, del mundo del resto de los mortales: sería algo así como ahondar sobre los procesos creativos literarios con ejemplos concretos de las formas de inciarlos y sus resultados finales.
— ¿Y cómo sería eso?
—Arrancar desde cómo surge la inspiración, el detonante de la idea y luego adosarle el relato o poema resultante.
—Me parece una buena idea ¿Cuándo empezamos?
—Otro día. Por ahí en el próximo capítulo. Hoy ya se hizo muy largo y los lectores se van a rajar.
—Dale. Hasta la vista, baby.
—Chau, Terminator.

Veremos cómo resulta la nueva modalidad. De paso, ya que Gregoria me dio el visto bueno, aprovecho para ofrecer algunos de los relatos que andan dando vuelta por mis archivos.

viernes, 24 de abril de 2020

La Musa de Dorelo-Ana Caliyuri


Comienzan las colaboraciones, testimonios, y por qué no, inquisiciones y reclamos para con la sátrapa esta de Gregoria. Ya veremos cómo reacciona, sobre todo por tratarse de un escrito elaborado por una congénere. Espero que no se agarren de los pelos.


La Musa de Dorelo-Ana Caliyuri

Dicen que, a Gregoria, la “Musa de Dorelo”, hay que escribirle en el Día mundial del libro y como es hoy, aquí ando, entre letras, signos, metáforas y significados, dándole al teclado de mi computadora para comunicarme con ella. 
Yo no sé mucho sobre Gregoria. Parece que es una gran fuente de inspiración para el reconocido escritor pergaminense. Eso está muy bien, siempre y cuando no lo fagocite porque la mentada musa se ha apoderado casi por completo de su blog.
Una musa es una divinidad que inspira, decían los antiguos escritores griegos, ergo, es un vínculo poderoso que respeto. Yo había oído acerca de Calíope, Clío, Erato, Euterpe, Melpómene, Polimnia, Talía, Terpsícore, Urania y de la décima (Safo) con la cual me une una amistad, es más le dediqué un libro. Estoy casi segura que Gregoria será título de Dorelo en algún momento.
No sé si tutearla o tratarla de usted, es un enigma. No para ella, para mí.  Estoy pensando en dos formas diferentes de dirigirme a ella. Una que diga “Hola Gregoria, quiero ser tu amiga porque nos une el amor a las letras. No tomo café y solo puedo ofrecerte unos mates mal cebados, pero llenos de sueños.” La otra sería con más estilo, por ejemplo “Estimada Gregoria. Sé de su existencia por medio de un escritor que habla muy bien de usted. Me genera curiosidad establecer un vínculo con una musa en estos tiempos de cuarentena. Amo las letras y me gustaría me contase algo acerca de su vida. Si le interesa tener amigas terrenales, me presento: mi nombre es Cronopeas, aunque me dicen Ana.




               Ana María Caliyuri nació en Ayacucho, reside en Tandil. Es graduada de la Unicen, jubilada docente. Ha incursionado en radio y Tv habiendo obtenido el premio Martín Fierro por el programa cultural educativo “La otra mirada” en el año 2002.  Es autora de quince libros en distintos géneros. Ha sido publicada en Argentina, España e Italia y en numerosas antologías en diversos países, siempre por el mérito de concursos. Es autora de cinco poemarios bilingües (español/italiano), uno publicado en Italia y otro en España, además es autora de la Saga de Avis, de 5 libros de cuentos, entre sus títulos Goles Mixtos finalista de Faja de honor de la Sep (Sociedad de escritores de la Provincia de Buenos Aires), además realizó en coautoría el poemario Peces en fuga, el libro de microficciones En el bar de la esquina (bilingüe) y Hechiceros del Cosmos prosa poética basada en pinturas de artistas tandilenses y de otras ciudades. Ha obtenido premios en Italia, España, México, y en Argentina, tanto en narrativa como en poesía. Traduce a poetas italianos y coordina el taller “Mujeres que sueñan” en la Asoc. de Jubilados y retirados docentes de la Pcia de Buenos Aires. Ha sido jurado en concursos organizados por editorial Tahiel y por la Unicen. Brega por un mundo mejor, sostiene que los textos viven al ser leídos y que aprender es un camino infinito.

miércoles, 8 de abril de 2020

Capítulo 05- Talento propio, talento ajeno-Miguel Dorelo


Hace varios días que no tengo noticias de Gregoria. No recuerdo haber dicho nada que la ofendiera, pero con ella nunca se sabe. Recordemos que además de ser mi musa es mujer…

—Ahora sí. Nada mejor que un buen sueño reparador.
— ¿Sueño reparador? Hace una semana que no te me aparecés…
— ¿Y? No soy tu empleada. Además yo no me “aparezco”, te hago el favor de presentarme de vez en cuando para ayudarte a que puedas hilvanar más o menos coherentemente alguna frase.
—No discutamos. ¿Te acordás en donde habíamos quedado antes de que te me durmieras?
—Y dale… ¡No soy de tu propiedad! Tenía sueño ¿Qué es eso de “te me durmieras”? Igual, no me acuerdo ¿En qué estábamos?
—Me estabas por explicar cómo es que funciona lo de los grados de calidad literaria entre los distintos escritores y escritoras. Yo te pregunté si era por talento implícito de cada individuo o si la musa que nos tocaba en suerte, bueno en mi caso eso de “suerte” es una manera de decir, tiene mucha influencia.
—La acotación está de más. Pero no la hagamos larga. Ya te expliqué que todo se elabora en conjunto; la capacidad del que decida dedicarse a las letras, las circunstancias y mi inspiración. Las musas no hacemos milagros. Necesitamos un mínimo de talento del individuo.
— ¿Siempre es así?
—No. A veces el escritor se corta solo.
— ¿Por ejemplo?
—La frase machista con la que empezaste este capítulo. La que pusiste en cursiva. Por lo general no nos involucramos en los prólogos.
— ¿Y podría pasar que escriba todo un relato sin que intervengas?
— Podría. Pero el resultado estaría acotado a tu talento. No te aconsejo que vuelvas a practicarlo.
— ¿Qué vuelva a practicarlo? ¿Y cuando hice eso?
—Varias veces.  Releéte. Verdaderos atentados a la literatura. Si querés te marco los cuentos, y sobre todo los “poemas”, en los que no tuve participación alguna.
—Está bien, Dejá. Concretemos que se nos cansan los lectores. ¿Por qué existe tanta diferencia de calidad literaria entre los que nos dedicamos a esto, eh?
—Describíme “calidad literaria”. Realmente no existe tal cosa. Existen eso sí, distintas maneras de que el lector se interese en un relato, influyendo en eso el talento del que escribe, pero también  la capacidad de entendimiento, de captación del que lee lo escrito. Y la capacidad de la musa para potenciar la escritura, desde ya. Es cierto que un buen cuento, una buena novela o un buen poema deberían tocar cuerdas sensibles del que se embarque en ese viaje tan apasionante de navegar por un libro, pero no hay nada concluyente al respecto. Hay lugar para todos, el talentoso y el entusiasta. Bah, eso es lo que nos enseñan en la escuela para musas, pero no sé si estoy tan de acuerdo.
— ¿Escuela para musas? ¿Ustedes estudian para ser musas? La puta madre…
— ¿De todo lo que te expliqué te quedaste con esa parte? A veces me desorientás…Mejor terminamos por hoy.
—No te enojes. Es que me interesa sobremanera saber más de vos…Y también sobre como trabajás, claro.
—Hagamos una cosa: en la próxima charla te doy ejemplos concretos de cómo trabajamos con respecto a cada tipo de individuo asignado.
— ¿Individuo asignado?
—Individuo asignado. Así llamamos a cada uno de ustedes. Nos vemos…

Y desapareció. Siempre lo mismo. Cuando se está poniendo interesante, se va. Mujeres.
Espero que esta vez reaparezca pronto.

martes, 31 de marzo de 2020

Capítulo 04-Musas etéreas, musas carnales-Miguel Dorelo


Mientras, siguiendo los consejos de Gregoria, voy tirando data sobre el proyecto del blog, voy a ver si puedo averiguar más sobre el “método inspiratorio”.


—Buen día. — Se presentó Gregoria bastante más amablemente de lo habitual en ella.
—Buenas tardes, dirás- Eran como las 17.00 hs y me encontraba durmiendo mi habitual y pequeña siesta diaria arrancada apenas pasadito el mediodía.
—Es lo mismo. Acá es de mañana. No jodas. — Me respondió ya en otro tono.
Quise aprovechar la oportunidad para averiguar algunas cosas sobre la vida de Gregoria que ignoro por completo y rápidamente le espeté — ¿Acá?, digo ¿Ahí? ¿Dónde queda ese “acá”? …O ese “ahí”, todavía estoy medio dormido.
—Mi casa.
— ¿Cómo tu casa? ¿Vivís en una casa?
—Claro. No en una casa como tu casa, pero yo le digo “mi casa”. No la llamo “mi hogar” porque eso dejó de usarse luego de  los cuentos de Dickens.
—Yo lo leí en relatos de amigos míos escritores…Sobre todo escritoras.
—Vos te juntás con cada una…Igual, no vine a hablar sobre mi morada.
—Ya que estás acá…O ahí, ayudáme a entender algunas cosas de esto de la inspiración y las musas.
— ¿Por ejemplo?
— No me cierra eso de que vos sos mi musa, la única. Siempre creí tener, al menos, un par de musas de verdad.
— ¿Cómo de verdad? ¿Sos o te hacés? ¡Yo soy de verdad, mal parido!
—Perdón, perdón…Me expresé mal. Me refiero a que he escrito relatos y hasta poemas, inspirados en señoras de carne y hueso, humanas como yo, estando enamorado de ellas.
—Enamorado de ellas…De “ellas”, en plural. Promiscuo el señorito…
—No, no; no dije que estuve enamorado al mismo tiempo de todas ellas. Además ese es un término más bien sexual con connotaciones de infidelidad y yo cuando me enamoro soy el tipo más fiel del mundo. No me contestás sobre cómo es que tuve esas musas.
—No eran musas. Eran mujeres de las que creías estar enamorado.
— ¡Estaba enamorado! ¡No, “creía estar enamorado”!
— No es tan así en el ser humano, sobre todo en el ser humano varón. Ustedes, los muchachitos, son de andar confundidos en estos asuntos.
— Nada de confundido. Estuve enamorado. Estoy seguro.
— ¿Y de quién o quienes?
— ¡No voy a dar nombres! Si publico esto puedo comprometer a varias…
— A varias…Bue, enamoradizo el hombre. Como dije, no estuviste realmente enamorado. Estar enamorado es cuestión de calidad más que de cantidad. Por lo general se está enamorado o enamorada de una sola persona por cada período de existencia estándar del ser humano promedio. Existen, eso sí, lo que llamo “réplicas” y es lo que vos denominás como “estar enamorado”. Lo lamento, pero solo estuviste enamorado de una. Sospecho de cuál, pero tampoco daré nombres. Me atrevo a decir que aún la amás.
—Estuve multi enamorado. Y no fueron tantas. Un par… Como mucho tres. Y en estos momentos no amo a nadie. En el sentido de pareja, claro. Y no nos vayamos del tema: siempre estuve convencido de que ellas fueron mis musas, hasta  escribí poemas pensando en ellas. Sobre todo cuando esas relaciones amorosas concluyeron.
—Cuando te largaron…
— ¡No! Fueron distanciamientos de común acuerdo. Ya no nos amábamos.
— Ja.
—No le veo la gracia…
—Yo sí. Igual, enamorado o no, ellas no fueron tus musas, siempre fui yo.
—Nunca puse “Gregoria” en ningún verso ni cuento, pero si otros nombres…
 Explicáme eso, sabionda. Y no me digas que se escribe “sabihonda”. Ambas formas son correctas.
—Fácil: ellas detonaron, por así llamarlo, ese sentimiento que el varón confunde con el amor fácilmente, y yo moldeé en parte las palabras que armaron esos poemas. De paso, te doy más data de cómo funciona la cosa. Toda creación literaria consta de varios componentes y factores coadyuvantes, una parte la ponés vos, otra el contexto que te rodea, en este caso “ellas”, y del resto me encargo yo. No suele funcionar si alguna de las partes está ausente. Desde ya, no funciona de ninguna manera sin mí.
—Un poquito egocéntrica mi musa…
— El muerto se asusta de la degollada…Vos no lo sos, claro. Habló el rey de la modestia.
—No existe el escritor o la escritora sin un  gran ego.
— ¡Totalmente de acuerdo! Al fin coincidimos en algo.
—Ya que estamos, desasnáme: cómo es eso de que existen un Borges, un Cortazar, un Dorelo, una Le guin, una Ocampo, una Lispector y otros y otras con un grado de talento bastante más bajo ¿Depende de cada uno/a o de la musa propia?
—La respuesta es compleja y tengo sueño. En el próximo capítulo te explico.
— ¿Las musas duermen? La puta madre, ¿No me estas cargando, no?
— Zzz..

Cuando Gregoria despierte esta saga continuará…Espero.

sábado, 21 de marzo de 2020

Capítulo 03- Gregoria Benavidez: el regreso-Miguel Dorelo


Les tiro más data sobre las musas: son rencorosas. Bueno, no sé si tanto como eso, pero si son duras a la hora de perdonar si las ofendemos. “Como casi toda mujer”, dirán varios de ustedes. No sé, háganse cargo de tal aseveración, que en estos tiempos que corren hay que fijarse bien en lo que se escribe: no tuve una buena repercusión femenina cuando se me ocurrió escribir una serie de cuentos humorísticos bajo el lema “cuentos misóginos”. “No me causa ninguna gracia” fue la crítica habitual. Mujeres.
Pero vayamos al punto: Gregoria reapareció, pero se tomó bastante más tiempo del que supuse para hacerlo.


— ¿Estoy perdonado? —ataqué de entrada cuando escuché un suspiro que rápidamente identifiqué como de Gregoria.
— No tan así. Esto es una oportunidad de que consigas ese perdón. Depende. —me respondió con tono algo belicoso.
— ¿Depende de qué?
—De cómo transcurra este diálogo.
—Guiáme. Confío en que me marques el camino.
— ¡Pelotudo! ¡Me voy a la mierda! Chau.
— ¡Uy! Perdón. Ahora me doy cuenta que no fue lo más adecuado para decir. Te juro que no fue adrede. * Señor/a lector/a: ver capítulo 02, sección Garmin*
—Me agarrás en una etapa de mi vida de suma sensibilidad…Te voy a creer esta vez. Pero ponéte las pilas.
—Te lo prometo. Para que veas cómo te considero, te comento que estuve hablando de vos con algunos de mis amigos escritores.
— ¿Y te creyeron?
— Creo que no. Les conté que estoy escribiendo sobre esto con la intención de darlo a conocer, probablemente a través de un blog. Hasta les mostré los dos primeros capítulos que ya escribí, supongo que en parte con tu ayuda, pero creo que creen que es pura ficción.
— ¿Suponés? ¡Los escribiste con mi ayuda! ¿Qué no entendiste de lo que estuvimos hablando?
—Sí, sí. No te enojes. Los escribimos ¿Está bien así?
—Un poco mejor. ¿Cómo sería lo del blog? Eso no te lo inspiré yo.
— ¿Seguro? ¿Ni un poquito de ego “musístico” con el afán de hacerte famosa?
—No. Si tuviese esa intención digamos que trataría de hacerme musa de un escritor un poco más conocido ¿No te parece? Lo niego. Es cosa tuya.
—Vos sí que sabés ser amable…En fin. La idea es abrir un blog en el que publicar estos diálogos, estas historias e ir invitando a otras personas a que escriban sobre el tema. Que se yo, por ahí teng…ehhh, tenemos éxito y quién te dice que no termine todo en la publicación de un libro colectivo.
—Seeé.
— ¡Uy! Cuanto entusiasmo. ¿No te gusta la idea?
—No te van a dar mucha bola…Pero, si te parece plausible, hacélo. En lo que pueda ayudar…
— ¿Algún consejito?
— Para empezar, tratá de tener escritos algunos capítulos más de reserva para darle una continuidad aunque sea semanal al blog, corregí algunas cosas de las ya escritas ( solés creer que la “espontaneidad” es más importante de lo que realmente es) y andá promocionando el proyecto. Si se acopla algún escritor o escritora un poquitín más popular que vos, puede andar. Puedo ayudarte, pero milagros no hago.
–Bueno… ¿Gracias?
— ¡Sí! ¡Gracias! Deberías estar más agradecido conmigo.
—Lo estoy, lo estoy…Bueno. Más tarde nos volvemos a comunicar para preparar otro capítulo. Te llamo… O te convoco…O vos te presentás…Que se yo. Aún no entiendo bien como funciona esto. Tenemos que hacer un capítulo sobre el método en el quede algo más claro las formas.
–Dale. Espero que lo entiendas…
Mujeres.